Tras la invitación del personal del Parketxe de Areatza, el 13 de septiembre de 2025 guié una ruta de Pagomakurre a Arraba en la que expliqué sobre todo asuntos referidos a cómo la naturaleza del Parque Natural de Gorbeia es el resultado de la interacción de la Naturaleza primigenia y las actividades productivas que los humanos hemos desarrollado desde hace miles de años. Preparé un guion con el título de "Interpretación paisajística e histórica del Gorbeia", que fue el que expuse, primero en un hayedo trasmocho, luego en una zona de ladera donde los arbustos y los matorrales van sustituyendo al pastizal, a pesar de los trabajos de desbroce con maquinaria, y finalmente, en los pastos de Arraba, donde sigue paciendo el ganado, manteniendo unos pastizales en los que posiblemente antes que ellos pastaron los grandes herbívoros europeos, la mayoría extintos en todo el planeta, como uros, tarpanes o bisontes esteparios. Ese ganado es el que mantiene las poblaciones de aves rapaces carroñeras y chovas y sin él disminuirán o se extinguirían localmente. Las fotos me las ha cedido amablemente Nerea Etxebarria, del Parketxe de Areatza.

PARQUE
NACIONAL DEL GORBEA
El primer espacio natural protegido fue el "Yellowstone National Park", declarado mediante decreto del 1 de marzo de 1872 por el presidente estadounidense Ulysses Grant con el fin de crear un lugar "libre de explotación mercantil, dedicado a la satisfacción del pueblo". Con esa misma idea de preservar de todo tipo de explotación un espacio natural privilegiado, Pedro José Pidal, Marqués de Villaviciosa, senador vitalicio defendió en las Cortes la nueva idea de los parques nacionales, para crear según sus palabras "Santuarios de la Naturaleza" y atesorar "los esplendores de la Naturaleza", porque en ellos se halla un "aliento de vida, potencialidad, de exuberancia, de energías". España fue uno de los primeros estados europeos en seguir esta filosofía y el 8 de diciembre de 1916 sancionó el rey Alfonso XIII la primera Ley de Parques Nacionales, materializada el 22 de julio de 1918 mediante la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Tras la declaración el 16 de agosto de 1918 del Parque Nacional del Valle de Ordesa, este proceso se paralizó y no se retomó hasta el año 1954. La Ley de Parques Nacionales fue derogada por la Ley de Montes de 1957, bajo cuyo régimen siguieron declarándose nuevos Parques Nacionales.
La Diputación Provincial de Vizcaya, el 18 de agosto de 1922, declaró el Parque Nacional del Gorbea. Su declaración fue promovida por tres diputados del partido político minoritario Comunión Nacionalista Vasca (Ramón de la Sota Aburto, Antonio de Araluce y Antonio de Arguinzoniz), pero carecía del fondo filosófico referido y de la competencia para ello, que era estatal. De hecho, la declaración fue acompañada de un programa de inversiones productivas (promoción de pastizales y plantaciones forestales, arreglo de caminos), algunas de las cuales llegaron a ejecutarse: construcción y ampliación del refugio de Igiriñao, instalación de un establo para sementales de ganado vacuno pirenaico, construcción de "txabolas" e instalación de fuentes y abrevaderos. El golpe de estado, con el visto bueno del rey Alfonso XIII, del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, dejó definitivamente sin efecto la declaración del Parque Nacional del Gorbea por parte de la Diputación Provincial de Vizcaya.
La Declaración del Parque Natural de Gorbeia data del 21 de junio de 1994 y fue el segundo del País Vasco tras el de Valderejo. Protege 20.016 hectáreas de 8 municipios: 3 de Araba (Urkabustaiz, Zigoitia y Zuia) y 5 de Bizkaia (Areatza, Artea, Orozko, Zeanuri y Zeberio).

LOS ÁRBOLES TRASMOCHOS
Los bosques de Euskal Herria más característicos y conocidos son seguramente los hayedos trasmochos. Su historia comenzó en el año 1496, cuando Fernando el Católico ordenó la ejecución de la técnica forestal de horca y pendón para conseguir las grandes piezas curvas requeridas en la construcción naval de la época. La Marina condicionó el aprovechamiento de la madera de las masas forestales con el fin de atender a las crecientes necesidades de la construcción naval. En tiempos de Felipe II (1527-1598) el Reino de España construyó la "Armada Invencible" con más de un millón de metros cúbicos de madera en rollo con el fin de defender su imperio de ultramar. La escasez de madera y leña generó severas normas que protegían las plantaciones forestales.
Las Ordenanzas del Rey, horca y pendón mandaban la creación de viveros para la producción de plantones a partir de bellotas, castañas y hayucos que debían sembrarse en suelo fértil durante el mes de noviembre. A los 2 o 3 años se trasplantaban en invierno a un vivero protegido del ganado por un cercado, donde crecían durante otros 6 o 7 años, momento en el que se trasplantaban al monte. Se les protegía del ganado con ramas de espino albar (Crataegus monogyna). A los 20 o 30 años se realizaba la poda de formación de horca y pendón a una altura de 8 o 9 pies, lo que equivale a 220-247 centímetros. En palabras del Marqués de Rocaverde, Superintendente de Montes y Plantíos en 1743, esta técnica forestal consistía en dejar una buena rama hacia un lado en ángulo recto con el tronco (la horca), y otra derecha o en ángulo obtuso (el pendón) para que produjeran curvatones, genoles o varengas para navíos. En la documentación vasca aparecen denominados como “ipinabarros". A partir de entonces se debían podar cada 10 años, siempre con la precaución de conservar la horca y el pendón.
El libro Máquinas hidráulicas de molinos y herrerías, y govierno de los árboles y montes de Vizcaya (1736), de Pedro Bernardo Villarreal de Berriz, inspiró a los redactores de la Ordenanza General de Montes y Plantíos de 1748 del Reino de España, promulgada por el Marqués de la Ensenada con el fin de producir la madera requerida en la construcción de los navíos necesarios para la defensa del imperio de ultramar ante Francia y Gran Bretaña. El Señorío de Vizcaya promulgó una ordenanza equivalente 4 años después, en 1752, donde se adjudicaba al rey Fernando VI toda la producción de madera para abastecer a los astilleros navales. Los capítulos finales del citado libro explican cómo plantar cada especie en vivero, cuándo trasplantar los plantones o cómo realizar la poda de horca y pendón para producir curvatones.
El método se generalizó a partir de mediados del siglo XVI, cuando, además de producir los “curvatones” para la construcción naval, se generaba el carbón vegetal que requerían como combustible las ferrerías hidráulicas, que suministraban riqueza y trabajo a buena parte de la población vasca. Por entonces y durante varios siglos los astilleros navales y las ferrerías fueron la principal fuente de riqueza de Euskal Herria y ambas dependieron de esta técnica forestal. En el siglo XVIII se sustituyeron los jarales que quedaban por nuevas plantaciones de árboles bravos y trasmochos. A pesar de todas las trabas que pusieron los ferrones, el Señorío de Vizcaya y la Provincia de Guipúzcoa destacaron en el cumplimiento de las Ordenanzas del Rey, horca y pendón. El teniente de navío e ingeniero de la Marina Jerónimo de Tavern presentó en 1788 en la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País su Método instructivo para crear viveros y fomentar los montes, donde escribió que “en las provincias que no conocen el uso de los viveros deben valerse de algún guipuzcoano o vizcaíno, o bien mandar un sujeto inteligente a estas provincias para enterarse cuanto se practica en este particular".
Entre los siglos XVI y XIX el 80% de los árboles trasmochos fueron "cajigos" o robles (Quercus robur) y el resto castaños (Castanea sativa) y, en menor medida, hayas. El suelo dedicado a las plantaciones de robles y castaños es el que ahora ocupan las de pino de Monterrey (Pinus radiata). Las plantaciones de hayas trasmochas se conservan en gran parte, ya que era la especie que se plantaba en las montañas, donde las heladas invernales ponen en peligro las plantaciones de pino de Monterrey.
El historiador Álvaro Aragón Ruano en su tesis doctoral, leída en el año 2000, analizó el conflicto de intereses entre los dueños de las ferrerías, los constructores navales y los ganaderos. Al año siguiente la Sociedad de Ciencias Aranzadi publicó "El bosque guipuzcoano en la Edad moderna: aprovechamiento, ordenamiento legal y conflictividad". El incumplimiento de las normas que regulaban la producción de curvatones para la construcción naval perseguía la producción de leñas para su transformación en el carbón vegetal que requerían los ferrones. Aunque durante tres siglos las normas ordenaron que las podas y los desmoches debían dejar horca y pendón, las incumplían sistemáticamente para que los árboles trasmochos no generasen las piezas curvas que requerían los astilleros.
El ingeniero de montes Antonio Buesa en su libro "El haya en Bizkaia" estimó que alrededor del 85% de los hayedos son trasmochos y que la mayoría se encuentran dentro de los parques naturales de Urkiola y Gorbeia. A pesar de su abundancia, su conservación no está en absoluto garantizada. Si queremos conservar plantaciones de árboles trasmochos por su valor histórico, cultural y paisajístico, debemos podarlos cuando las ramas son relativamente delgadas; si es posible, con menos de 30 centímetros de diámetro. El cese de las podas ha generado unos árboles de peso y volumen excesivos, lo que les hace muy sensibles al viento, que los derriba por la gran resistencia al aire que ofrecen sus copas, artificialmente voluminosas y pesadas, o más frecuentemente, provocan el desgajamiento de las ramas, incluso de todas a la vez, y con ello su muerte. En los últimos años han comenzado a podarse algunos hayedos trasmochos con el objetivo de evitar su desaparición, con quejas por parte de personas bien intencionadas, pero desconocedoras de esta realidad, como sucedió en el hayedo trasmocho de Otzarreta, una pequeña parcela particular de apenas 2 hectáreas en el municipio de Zeanuri (Bizkaia).

LA TALA DE GRAN PARTE DE LOS ÁRBOLES TRASMOCHOS
El mínimo de superficie arbolada se alcanzó en el siglo XIX por la venta y tala de los montes públicos arbolados para la financiación de las guerras de la Convención (1794), Independencia (1808-1813) y, sobre todo, la I Carlista (1833-1839), a las que siguieron las leyes desamortizadoras de Mendizabal (1836-1837), Espartero (1841) y Madoz (1855), que perjudicaron a la mayoría de la población rural al venderse gran parte de los montes comunales. Muchos de los nobles y burgueses que compraron fincas amortizaron rápidamente el coste de la compra con la venta del carbón vegetal elaborado a partir de los bosques talados y gran parte de la superficie forestal acabó convertida en tierras de cultivo.
Cuando la Revolución Industrial llegó a Euskal Herria los altos hornos y el carbón mineral sustituyeron a las ferrerías y al carbón vegetal. Por ello, el valor de robles, castaños y hayas disminuyó mucho, lo que provocó que los dueños los talaran. En los montes públicos de Bizkaia se inventariaron 20.247 hectáreas de robles en 1878, mientras que en 2005 fueron 1.237 hectáreas. Las hectáreas de hayedos pasaron de 7.425 a 2.938 hectáreas y las de encinas y bortos de 2.438 a 1.356. En resumen, en 127 años se destruyeron en los montes públicos de Bizkaia el 94% de los robledales, el 60% de los hayedos y el 44% de los encinares y bortales. Se talaron la mayoría de los robledales trasmochos, mientras que casi la mitad de los hayedos trasmochos siguieron en pie.

EL LEJANO TIEMPO EN EL QUE COMENZÓ LA DESTRUCCIÓN DEL BOSQUE
Los investigadores que han estudiado las excavaciones arqueológicas de las últimas décadas han concluido que son del mismo período los primeros granos de cereal y los primeros huesos de los animales domésticos. Después de que los humanos domesticaran la oveja, la cabra, la vaca y el cerdo hace 11.000-6.000 años en Oriente Próximo, se expandieron hasta llegar a la península Ibérica tras atravesar Europa de Este a Oeste. De los humanos del Paleolítico nos quedan sus pinturas y grabados en las paredes de las cuevas; de los del Neolítico los dólmenes donde depositaban a sus muertos y los menhires que erigían. Entonces comenzó la destrucción del bosque mediante el uso del fuego con el fin de generar pastos y campos de cultivo, aunque es posible que el territorio que se encontraron aquellos primeros agricultores y ganaderos no estuviera totalmente cubierto por el bosque en las montañas.
Antes de la llegada de los romanos, en la Edad de Hierro, comenzaron a usarse las ferrerías de montaña o "haizeolak", que siguieron funcionando hasta el siglo XVI. Hacia el siglo XIII se construyeron las primeras ferrerías hidráulicas en Euskal Herria, que empleaban la fuerza del agua para impulsar los mazos y los fuelles de las ferrerías. A mediados del siglo XVI solo en Bizkaia había 180 ferrerías hidráulicas. Para obtener 1 kilo de hierro eran necesarios 4 de carbón vegetal, elaborados con 16-20 kilos de leña en una carbonera. La producción de carbón vegetal para las ferrerías alcanzó gran importancia entre los siglos XVII y XIX, llegando dicho aprovechamiento hasta la primera mitad del siglo XX. Para la producción del carbón vegetal que requerían las ferrerías al principio y hasta mediados del siglo XVII predominaron los jarales o jaros, hoy desaparecidos, aunque sabemos que consistían en plantaciones de árboles separados por un metro de distancia que se desmochaban a una altura de menos de un metro para generar cepas que se podaban cada 7 u 8 años. Tras varias podas las cepas perdían vitalidad y se cortaban casi a ras de suelo para que siguieran brotando varias veces más. Los jarales tenían el inconveniente de que eran incompatibles con la ganadería.
El Fuero viejo del Señorío de Vizcaya (1452) castigaba con penas muy severas a quienes provocaban incendios forestales. Además de con una sanción económica que cubría sobradamente el daño producido, se castigaba con la mutilación de las orejas en el caso de los menores de 14 años y eso mismo y la permanencia en el cepo durante 6 meses para los mayores de dicha edad, penas que se ejecutaban habitualmente.

LAS OVEJAS EN EUSKAL HERRIA EN LOS ÚLTIMOS 500 AÑOS
Escribe Álvaro Aragón: "durante la Edad Media la principal cabaña en el área atlántica fue la de ganado vacuno, acompañada por las piaras de porcino, mientras que en el área pirenaica navarra y mediterránea predominó la cabaña ovicaprina, también acompañada por el ganado porcino...El ganado menudo no aparece documentalmente prácticamente hasta el siglo XIV, como ya han constatado otros autores."
Escribe Álvaro Aragón: "a partir de 1457, con las medidas adoptadas contra los bandos por Enrique IV, pero sobre todo de 1490, cuando los Reyes Católicos prohibieron los bandos urbanos y su presencia en los gobiernos concejiles,...esos grupos de poder fueron sustituidos por los "omes buenos", la mayoría de ellos, pertenecientes a las nuevas oligarquías,...les llevó a facilitar la expansión de la cabaña ovicaprina, teniendo además en cuenta los daños que el ganado vacuno ejercía sobre los bosques, esenciales para la construcción naval y la industria ferrona."
El aumento del ganado ovino fue tan rápido y desordenado que muchos concejos impusieron limitaciones al número de cabezas que podían subirse a los pastos de verano. Escribe Álvaro Aragón: "las ordenanzas de Yurre de 1561...prohibían que ningún vecino tuviera más de 55 ovejas y un carnero o 100 corderos antes del día de Quasimodo (28 de abril), es decir, justo en el momento de desplazarse a los pastos de verano.
Aunque en Flandes usaban lana de máxima calidad, como la de las ovejas de raza merina, en los telares del País Vasco francés usaban también lana de raza "latxa", lo que favoreció que aumentase el ganado ovino. Escribe Álvaro Aragón: "...la expansión de la industria textil francesa, que experimentó un empuje definitivo desde mediados del siglo XVII...-los telares de Olorón y Mauleón también importaron lana de oveja latxa, al menos desde la década de 1610, provocó una inusitada expansión de la cabaña ovina.”
En el pasado incluso no se podían mantener las ovejas en los pastos durante la noche y debían ser bajadas a los pueblos diariamente. El Fuero de Vizcaya establecía que el ganado debía ser pastoreado durante el día y recogido durante la noche. Las ovejas debían bajarse de los pastos a los pueblos, mientras que el ganado mayor podía permanecer en los pastos, donde debía ser custodiado por los pastores en corrales. Escribe Álvaro Aragón: "El Fuero Nuevo de Vizcaya de 1526, sensu stricto, desbarataba la posibilidad de una trashumancia media entre las sierras del interior y la costa, pues establecía el pasto de sol a sol."
"echar una vez al dia por la mañana á los montes, y exidos altos, y pastos acostumbrados, con guarda, é piertiga, que los guarde, y traya de Sol, á Sol...Y vueltos de noches, los tengan encorralados los Ganados menudos, asi como Cabra, Oveja, y Puercos, y tambien los Ganados mayores, si se baxaren de los tales exidos, y pastos, só pena, que el dueño de el tal Ganado mayor, assi como cavallar, y cabras, y otros Ganados mayores, paguen quatro maravedis, y mas el daño, solamente por lo de dia. Y si entrare de noche, pague el daño doblado con la dicha pena doblada."


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