Mikel Martínez Areta es doctor en Filología vasca por la Universidad del País Vasco. Según este filólogo el antecesor del euskera, a partir del cual se originaron los dialectos actuales, llegó a Araba en el siglo VI, y desde aquí se expandió a Bizkaia y la cuenca del río Deba. Como explicó en 2022 en el curso de verano de la UPV titulado "Vasconia en la antigüedad tardía (406-711), lengua, cultura y sociedad", "antes de la llegada de los romanos, los nombres de lugar (topónimos y los de persona y dioses (onomástica) inscritos en diferentes soportes eran predominantemente célticos o indoeuropeos. No hay sustrato eusquérico...sería en el siglo VI cuando el vasco antiguo saltó de la cuenca de Pamplona a la Llanada Alavesa". Sobre esta teoría, ya escribí en el año 2016 en "Elorriaga y la euskaldunización tardía". En el año 2022, junto a Joseba K. Abaitua Odriozola y Emiliana Ramos Remedios, publicó al respecto el artículo "Del euskera en la Tardoantigüedad. Expansión a occidente y dialectalización" en la revista Paleohispanica.
En 2023 Mikel Martínez Areta ha publicado el artículo "Replications of Gaulish Toponyms in Biscay: On the Etymologies of Gorbeia, Orobio and Orozko" en el número 24 de la revista Journal of Celtic Linguistics. El título por sí solo ya resume la conclusión del autor: "Réplicas de topónimos galos en Bizkaia: Sobre las etimologías de Gorbeia, Orobio y Orozko". El resumen dice: "En la zona centro-norte de la Península Ibérica existen una serie de etnónimos, topónimos e hidrónimos que tradicionalmente se han contabilizado, con distintos grados de fiabilidad, como nombres dados por colonos procedentes del norte de la Galia en el siglo III a.C. Así, los suesiones pueden haber proporcionado la base para el etnónimo Suessetani (Huesca) y el sitio Suestatio (Araba). Es posible que también hayan traído el nombre de Corbio, mencionado por Livio como ciudad de los suesetanos. De la misma manera, el río Nervión, el etnónimo Autrigones, el nombre divino Vurovius, el corónimo Bureba y su capital Briviesca (en el norte de Burgos), y algunos otros como el yacimiento vizcaíno de Orobio, se han relacionado con las migraciones de los Nervii mencionadas por César y pueblos relacionados del norte de la Galia. Todos estos nombres serán discutidos y analizados conjuntamente, y se propondrán dos nuevas etimologías, en el marco de estas migraciones, para dos topónimos de Bizkaia: Monte Gorbeia y Orozko."
En la introducción de dicho artículo explica qué es la replicación toponímica y dice que los más típicos de estos procesos de replicación son los casos en que los colonos ingleses, holandeses o españoles se establecieron en América y nombraron ciudades y regiones con nombres de lugares del país de los colonizadores, y que, de hecho, las replicaciones toponímicas explican estos procesos migratorios, incluso cuando no existen otras evidencias. El autor defiende la hipótesis de que el nombre de Gorbeia, Orobio y Orozko tendrían su origen en las invasiones belgas de los suesiones del siglo III a. C. Varios siglos más tarde, "cuando los vascoparlantes entraron en el territorio, crearon una nueva capa de topónimos vascos, y adaptaron a su fonética los indoeuropeos de capas anteriores."
Respecto del nombre Gorbea o Gorbeia, dice: "Los testimonios más antiguos del orónimo muestran la forma Gorbeia. Así, en su Compendio histórico (1571), el cronista de Arrasate (Gipuzkoa) del rey Felipe II, Esteban de Garibay, escribe consistentemente Gorbeya, al igual que el historiador vizcaíno Juan Ramón Iturriza en su Historia general de Vizcaya (1785). En su Diccionario de Madoz (1845), el político y etnógrafo español Pascual Madoz afirma explícitamente que los nativos llaman a la montaña Gorbeya. En 1877, el diputado y escritor bilbaíno Camilo de Villabaso informa, tras ascender a la cima, que los lugareños pronuncian el eufónico Gorbeya, pero él mismo escribe Gorbea.
El autor también relata la explicación bíblica del origen del nombre del monte Gorbeia: "El contraste entre el simbolismo telúrico del Monte Gorbeia para el País Vasco occidental y su dificultad para ser analizado en términos vascos ha desconcertado a los estudiosos. En su afán por demostrar que Tubal, el nieto de Noé, el mítico primer poblador de la Península Ibérica había introducido el euskera en ella (que sería por tanto la lengua original de Iberia), Esteban de Garibay amplió relatos anteriores del mito. En su Compendio histórico recurrió a la semejanza formal de los topónimos para aportar evidencia de su versión del viaje legendario. Así, argumentó que, al llegar a Armenia después del diluvio, el arca de Noé quedó abandonada en una cordillera llamada Ararath, con Gordeya como una de sus montañas. En el País Vasco, la sierra de Aralar separa Gipuzkoa de Navarra. Tanto Aralar como Gorbeya serían, según Garibay, réplicas oronímicas de los armenios Ararath y Gordeya. Aquí reside, ni que decir tiene, la génesis historiográfica de la hipótesis vasco-caucásica."
"La idea básica es que, en su movimiento del siglo III a.C. hacia el sur, los suesiones habrían replicado el elemento toponímico Corb-, mediante diferentes sufijos denominativos, en aquellas regiones, valles o llanuras en las que se asentaron, quizás dejando huellas dispersas en otros lugares. De hecho, existe un número considerable de topónimos en Corb- repartidos por algunas partes de Francia, concentrados principalmente en las zonas del norte y del sur." Hay varias hipótesis sobre el origen del elemento toponímico Corb-, pero ni el léxico galo ni el celta común ofrecen ningún candidato claro para ser la base de los topónimos en Corb-. Cualquiera que sea el origen de este Corb-, parece haber funcionado como un elemento con un matiz teonímico, empleado por los suesiones para nombrar asentamientos y montañas, durante el período de La Tène, entre los siglos V y I a.C. De ser así, una vez ocupadas algunas cuencas de afluentes entre el Ebro y los Pirineos, un contingente suesoniano debió continuar su viaje a través de la cuenca de Pamplona hasta la Llanada alavesa, y haber dotado allí a la montaña más prominente que se pueda ver hacia el norte con la forma derivada Corb-eia.
Algunos siglos más tarde, muy probablemente en el siglo VI o VII, cuando llegaron los vascoparlantes, Corbeia se interpretó como un ónoma y, según la fonética del vasco antiguo común, su oclusiva inicial era sonora (de ahí Gorbeia), como suele ocurrir con los préstamos más antiguos del latín (por ejemplo, del latín causa se origina el vasco gauza 'cosa').
1 comentario:
Buenas fotos y una interesante exposición.
Gracias
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