En los manuales de silvicultura es habitual encontrar frases como la siguiente: "En general el árbol crecerá lentamente en su primera juventud, luego acelera su crecimiento durante cierto tiempo y luego viene un decrecimiento hasta volverse despreciable en la senectud". El artículo "Rate of tree carbon accumulation increases continuosly with tree size", publicado en la revista Nature el 15 de enero de 2014 la contradice. Acompaña al artículo la noticia de Jeff Tollefson "Tree growth never slows", que puede traducirse como "El crecimiento de los árboles nunca se ralentiza". Esto desmiente la idea de que los árboles jóvenes acumulan más carbono y que producen más madera que los árboles viejos. Aunque muchos ingenieros y técnicos forestales han asumido durante mucho tiempo que los árboles pierden gradualmente su capacidad de crecimiento a partir de cierta edad, este artículo demuestra que cuanto más viejo es un árbol más madera genera cada año. N. L. Stephenson y otros 37 autores, entre ellos Miguel Ángel de Zavala Gironés, Director del Centro de Investigaciones Forestales y profesor del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Alcalá, analizaron datos sobre 673.046 árboles de 403 especies en parcelas forestales controladas en zonas tropicales y templadas de todo el mundo. Encontraron que los árboles más grandes fueron los que ganaron más masa cada año en el 97% de las especies.
Este trabajo empleó principalmente los datos de estudios anteriores que habían medido el carbono total almacenado en cada parcela, sin prestar atención al crecimiento de cada árbol. La tasa de acumulación de carbono en los árboles sigue una progresión geométrica. "La idea de que los bosques más viejos son decadentes no es más que un mito". A una escala relativa, los árboles jóvenes crecen más rápido, lo que significa que tardan menos tiempo en, por ejemplo, doblar su tamaño, pero a una escala absoluta, los árboles viejos crecen progresivamente más cada año. El estudio debería tener importantes implicaciones en la gestión forestal respecto a la optimización tanto de la producción de madera como de la acumulación de carbono. En la mayoría de las especies la tasa de crecimiento aumenta continuamente con el tamaño del árbol. Así, los grandes y viejos árboles no actúan simplemente como reservorios senescentes de carbono, sino que fijan activamente mayores cantidades de carbono que árboles más pequeños y jóvenes.
2 comentarios:
Comparto este estudio, siempre y cuando haya habido una correcta selvicultura con suficientes claras , de forma que los árboles adultos dispongandeespaciosuficiente para crecer en todosupotencial, pero esto a penas sucede ena´rboles adultos con grancompetencia. Vemos que hay masas muy deficiente clareadas con árboles adultos que parece como si se hubieran paralizado. Sin embargo en masas con fuertes claras los adultos remanentes si parece seguir creciendo a buen ritmo e incluso Podría merecer la pena alargar los turnos de corta de los Pinus radiata y otras especies, ya que la ganancia en volumen es practicamente totalmente maderable y para destinos de mayor valor. De paso un favor que le hacemos al monte no interviniendo con tanta frecuencia.
Lo mío es un caso particular. Cerca de mi casa vivía un pino piñonero en un alcorque. Un verano comenzó cambiar el color de una de sus ramas. A la primavera siguiente eran varias las ramas que estaban secas. En mayo el árbol se secó del todo. El departamento de jardinería del Ayto. de Iruña lo cortó un 6 de junio.
Le hice una foto al tocón. Conté unos 96 anillos. Pero lo que más me llamó la atención es que los últimos 15 anillos habían sido los de mayor crecimiento, especialmente el último. A esto hay que añadirle que en ese tiempo de máximo engrosamiento, hicieron una casa al lado y que seguro que en medio de las obras primero, y que le "encerrasen" en el alcorque después no supuso unas condiciones óptimas para su desarrollo.
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