Amanita muscaria es seguramente la seta más conocida y fácil de distinguir. Es blanca con la cutícula de color rojo brillante y puntos blancos, que en realidad son fragmentos de la volva que quedan adheridos a la cutícula y que se van desprendiendo por el efecto de la lluvia. Es una seta tóxica, consumida en el pasado por varias tribus siberianas. Además, su uso se asocia con el mundo de la brujería y el chamanismo, pero no parece que haya pruebas fidedignas en favor de esta idea tan extendida.
Estas setas contienen ácido iboténico, que al secarse se convierte en muscimol tras su descarboxilación. El muscimol es la toxina que produce delirios, convulsiones, euforia, embriaguez, descoordinación motriz, vértigo y taquicardia.
Estas setas contienen ácido iboténico, que al secarse se convierte en muscimol tras su descarboxilación. El muscimol es la toxina que produce delirios, convulsiones, euforia, embriaguez, descoordinación motriz, vértigo y taquicardia.
Según el popular libro "Plants of the Gods: Origins of Hallucinogenic", publicado en el año 1980, del que son autores el etnobotáncio estadounidense Richard Evans Schultes y el químico suizo Albert Hoffman (descubridor de las propiedades del ácido lisérgico), la Amanita muscaria sería el "soma", del que hay 120 himnos alabando sus propiedades en el Rig-veda, texto escrito en sánscrito, el más antiguo de la India, que data de mediados del II milenio a. C. Los sacerdotes vedas bebían el soma durante los sacrificios en honor al dios del fuego. También los antiguos persas emplearon el soma o haoma según el Avesta, una colección de textos sagrados de la religión basada en las enseñanzas del profeta iraní Zaratustra. Según investigaciones más recientes el soma o haoma no sería una droga alucinógena sino estimulante, ya que su principio activo sería la efedrina obtenida de arbustos del género Ephedra y no el muscinol de la Amanita muscaria.
A pesar de los potentes trastornos digestivos que provoca la muscarina, hasta el siglo XX algunas etnias de Siberia y de la península Kamchatka la han consumido como droga. El descubrimiento científico de sus propiedades psicoactivas se produjo cuando en el año 1730 se publicó el libro "Das Nord-und Ostliche Theil von Europa und Asia", del geógrafo sueco Philip Johan von Strahlenberg, que tras ser apresado por los koryak, etnia de Kamchatka, tuvo la oportunidad de observar el uso que hacían de la Amanita muscaria. El consumo de alcohol sustituyó al de la Amanita muscaria.
Mi amigo Iñigo Zuberogoitia, por equivocación, comió Amanita muscaria hace ya varios años y este es su testimonio, que esperamos sirva para desanimar a todos esos jóvenes dispuestos a probar cualquier sustancia psicoactiva: "Ocurrió en la Sierra de la Demanda, allá por 1990. Tres compañeros de clase y yo íbamos a acampar en San Lorenzo para explorar la fauna del entorno en varios días. Tras darnos una gran paliza, llegamos al punto de acampada al anochecer. Cuando nos acercamos, vimos varios corros de Amanita caesarea y pensamos que estaría bien una cenita con seta tan sabrosa. Se nos hizo de noche montando la tienda y fuimos a coger las setas a tientas. Hicimos un gran perolo y tres de nosotros nos pusimos las botas. Al cabo de un par de horas, ya acostados en el saco, el que no comió nos recriminó por estar muy callados. Uno de los que sí comió le contestó que le dolía mucho la barriga, a lo que yo repliqué: ¡a ti también!, repetido por el tercero al cabo de un segundo. Nos levantamos, encendimos las linternas y en los restos de limpia de las setas vimos que se nos habían colado algunas muscarias entre las cesáreas. Por lo tanto, nos provocamos el vómito y tras vaciar el estómago conseguimos dormir. Al día siguiente estábamos bien, sin efectos secundarios. Desconozco cuánta cantidad de muscaria nos habíamos comido, pero había restos de algunas setas. Luego me informé de los posibles efectos si no hubiéramos vomitado, y la cosa no era nada alentadora: ¡desestabilización del sistema digestivo y nervioso durante dos o tres días! Vamos, que nos habríamos ido por debajo y por arriba, además de mareos, náuseas, alucinaciones, etc. Esta fue una lección que no se me olvidará jamás, y que espero que poca gente tenga que repetir. Lo que sí que me preocupa es el hecho de que cada vez hay más gente cogiendo setas sin conocerlas. El año pasado estaba paseando por el monte cuando se me acercó un hombre con una bolsa de plástico llena de setas. Me preguntó si entendía de setas, y le dije que algo. Me enseñó lo que llevaba y le dije que en general lo que veía eran champiñones normales, pero que llevase mucho cuidado porque se le podía colar alguna seta peligrosa, que antes de comer nada llevase toda la bolsa a donde alguien que supiera y le seleccionase las setas buenas, pero que de todas formas, no le aconsejaba coger setas sin conocerlas ¡Muy peligroso! Pero el hombre me dejó helado cuando me dijo que el día anterior había cogido una bolsa igual y que se las había comido él y su familia, sin conocerlas". Tomé estas fotografías cerca de Gallartu, municipio de Orozko (Bizkaia), el 22 de octubre de 2012.
4 comentarios:
Fantastico reporteje y muy bonitas fotos
Saludos desde Donosti
Joselu G.Quintas
Fenomenal entrada
un saludo
Muy buenooo!!!
Muy buena entrada,aun recuerdo la primera vez que las vi en Urkiola , me encantaron y me comi el bocadillo sin lavarme las manos jajaja menuda paranoya me entró
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