En el año 1997 la Universidad de Deusto publicó un libro monográfico con 272 páginas con el título de “El yacimiento de la cueva de Urratxa III”, de los autores Margarita Muñoz Salvatierra y Eduardo Berganza, pero con la colaboración necesaria, entre otros, de Miguel Elorza, especialista en identificación de restos óseos de aves, y de Pedro Castaños, especialista en lo mismo para mamíferos (gracias Pedro por responder a mis cartas). Este libro es el resultado final de una completa investigación que comenzó con la excavación del yacimiento que hay en los primeros metros de la cueva entre los meses de julio y octubre de 1983. Se realizaron 7 dataciones de C14 por el sistema de aceleración de partículas, un sistema preciso, pero caro, que se emplea para saber la antigüedad de los restos de seres vivos. Tan caro que pocas veces se ha empleado en el País Vasco para la datación de restos de fauna, reservándose su uso para la datación de restos arqueológicos humanos. En la fotografía, peña Urratxa.
Se enviaron 7 muestras óseas a un laboratorio sueco donde obtuvieron los siguientes resultados: los restos de huesos humanos de 3 individuos distintos tenían aproximadamente la misma edad: 3.405±70, 3.475±80 y 3.365±80, eran de la Edad del Bronce, cuando eran característicos los enterramientos colectivos en cuevas sepulcrales. Los restos humanos eran de 5 adultos, 6 infantiles y 1 feto. Las otras 4 muestras óseas analizadas se correspondieron con un ciervo (Cervus elaphus) de 10.240±100 años, un uro (Bos primigenius) de 6.940±75, un jabalí (Sus scrofa) de 6.955±80 y una oveja (Ovis aries) de 365±65. En la fotografía, la cueva de Urratxa III.
Los 44 útiles de piedra tallada se corresponden con el período Aziliense, con abundancia de raspadores y escasez de buriles. Además, se encontró un canto pintado, único en la Península Ibérica. En Francia con el tema de puntos se han encontrado algunos con una edad de unos 11.500 años, lo que encaja con el momento de mayor desarrollo del Aziliense en la Cornisa Cantábrica, hace unos 10.250 años. También se encontraron 27 fragmentos de cerámica, seguramente de la época de los enterramientos: la Edad del Bronce. En la fotografía, la cueva de Urratxa III.
La presencia y abundancia del trabajo de la piel fresca con raspadores tiene interesantes connotaciones. La piel de los animales cazados se trabajaba en estado fresco para eliminar los residuos de grasa y de carne que quedan adheridos después de despellejar los animales. Se hace así para evitar el riesgo de putrefacción que suponen para la piel estas sustancias blandas, que pueden dañarla de manera irreversible. Este trabajo debe realizarse, en climas templados, en un plazo máximo de 2 ó 3 días. Estas labores se llevaron a cabo por lo tanto cerca de los lugares de caza. La cueva de Urratxa III fue usada para preparar pieles de animales cazados en las cercanías durante el verano, la única época del año en la que el hombre prehistórico de entonces se alejaba de las zonas costeras donde vivía. En la fotografía, la cueva de Urratxa III.
Pedro Castaños identificó 2.186 restos óseos de mamíferos de 63 animales salvajes y 10 domésticos. Aproximadamente la mitad, en concreto 1.099, se correspondieron con 11 adultos y 5 juveniles de cabra montés (Capra pyrenaica), 417 restos óseos de 3 adultos y 4 juveniles de ciervo (Cervus elaphus) y 149 de 3 adultos y 7 juveniles de jabalí (Sus scrofa). Además, 20 de 2 adultos de caballos salvaje (Equus ferus), 37 de 3 adultos de rebeco (Rupicapra rupicapra), 9 de un uro (Bos primigenius), 17 de un adulto y un juvenil de corzo (Capreolus capreolus), 10 de 2 adultos de lobo (Canis lupus), 78 de 3 adultos y un juvenil de zorro rojo (Vulpes vulpes), 31 de 3 adultos de oso pardo (Ursus arctos) y oso de las cavernas (Ursus spelaeus), 5 de un adulto de marta o garduña (Martes sp.), 89 de 2 adultos de gato montés (Felis silvestris), 1 de un lince boreal (Lynx lynx), 17 de 2 adultos de conejo (Oryctolagus cuniculus), 28 de 2 adultos y 2 juveniles de liebre (Lepus sp.), 1 de un adulto de ardilla roja (Sciurus vulgaris) y 5 de un adulto de marmota (Mamota marmota). Miguel Elorza identificó 83 restos óseos de aves, que incluyeron especies extinguidas en el Macizo del Gorbeia: el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el lagópodo escandinavo (Lagopus lagopus) y el pito cano (Picus canus). En la fotografía, explicación de Juanjo Hidalgo, en una excursión organizada por Aunia el 9 de octubre de 2010 para ver la cueva de Urratxa III y otros elementos interesantes de peña Urratxa y su entorno.
Este canto pintado se halló en esta cueva y actualmente está expuesto en el Bizkaiko Arkeologia Museoa, en Bilbao, donde tomé esta fotografía el 1 de marzo de 2024. "Se trata de un hallazgo excepcional de la cornisa cantábrica y único en Bizkaia. Corresponde a un canto de arenisca, de grano medio, con una forma paralepipédica ligeramente rectangular, de superficies planas. Conserva evidencias de haber estado pintada con pigmentos rojos (de óxido de hierro). La cara con mayor decoración muestra 11 líneas rectas, transversas al eje longitudinal del canto, ligeramente oblicuas y paralelas entre sí. Se identifican también restos de pigmento en otras caras. El estudio tipológico de esta pieza, así como la información proporcionada por la industria lítica y fauna asociada, la vincula a contextos del Aziliense. El ejemplar resulta raro para la Península Ibérica, puesto que no puede relacionarse con los escasos cantos pintados hallados en diferentes yacimientos, donde predominan los puntos frente a las rayas. Sus paralelos más cercanos habría que encontrarlos en Francia, donde se constata que las rayas transversales son el segundo motivo más utilizado en este tipo de objetos."
1 comentario:
Bonito post, muy entretenido y didáctico. Interesantes la cantidad de especies que han desaparecido o hemos hecho desaparecer... no estaría nada mal poder cruzarse mañana paseando por Itxina con un oso o un lince boreal...
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