Tradicionalmente, se ha asociado el megalitismo con las poblaciones pastoriles. Algo de esto debe haber, porque generalmente los dólmenes y menhires se encuentran en pastizales de montaña, collados, caminos o lugares de paso, que seguramente eran frecuentados por grupos de pastores, como actualmente. Los constructores de dólmenes son los primeros pastores que frecuentaron el Macizo de Gorbeia. No obstante, es difícil concebir poblaciones pastoriles puras. Seguramente eran también agricultores, que en verano llevarían sus rebaños a la montaña. Además, hay también monumentos megalíticos en zonas agrícolas de valle, como por ejemplo en La Rioja. Según Ángel Armendariz, la deforestación debida a las necesidades de alimentar las ferrerías y de la construcción naval fue crucial en la creación del paisaje actual. Sin embargo, hay datos de análisis polínicos que sugieren espacios ya deforestados desde el Neolítico. Seguramente la población era reducida y, en la montaña, tal deforestación se limitaba a áreas también pequeñas, a veces parece que coincidentes con majadas actuales, lo cual tiene su lógica, porque el mejor sitio es siempre el mejor sitio, en el Neolítico y ahora. En las Sierras de Aralar y Aizkorri, mejor investigadas en estos aspectos, se han encontrado materiales prehistóricos en dichas majadas y dólmenes en las inmediaciones. Los dólmenes y menhires están hechos como monumentos para ser vistos, por lo que es difícil imaginarlos escondidos y perdidos en el interior de un bosque. Sin duda, había ya caminos de uso frecuente y pastizales donde se enclavaban tales monumentos como homenaje a los antepasados y marcadores territoriales, a la vista de todo el mundo. Ya en esta época, las cabras domésticas, por ejemplo, una vez introducidas, serían muy eficaces a la hora de impedir la regeneración natural del bosque. En la fotografía, el dolmen de Pagozarreta, municipio de Orozko (Bizkaia), descubierto por José Miguel Barandiaran en el año 1922.
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