El Lirón gris (Glis glis) está incluido en la categoría "Vulnerables" del Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, es decir, en la categoría de mayor amenaza tras la de "En peligro de extinción", posiblemente una categoría excesiva para una especie de roedor difícil de localizar por ser forestal y nocturno. Se conoce su presencia en los bosques mejor conservados de las montañas vascas, donde se alimenta de los frutos de las hayas (Fagus sylvatica), robles (Quercus spp.), avellanos (Corylus avellana) y castaños (Castanea sativa) durante el otoño hasta acumular la grasa suficiente para poder pasar la mitad del año hibernando. El agrónomo romano Marco Terencio Varrón (siglo I a. C.) en su obra De re rustica explica el método de engorde de lirones grises en unas vasijas específicas que denominaban glirarium: "Los lirones son cebados en vasijas que muchos tienen incluso en sus casas y que los alfarero fabrican con una forma especial, pues hacen carriles en los lados y un hueco para poner la comida. En dicha vasija meten bellotas, nueces o castañas y con ellas, una vez puesta la tapa, los lirones van engordanado en la oscuridad" (III, 15).
En un estudio dirigido por mi amigo José Antonio González Oreja, realizado por Neiker y financiado por Ihobe, se ha podido determinar que se trata de una especie presente en muchos de los bosques autóctonos. Para registrar su presencia, se han colocado lotes de 7 tubos como el de la fotografía inferior en 90 puntos repartidos por hayedos y robledales de todo el País Vasco, donde se ha registrado su presencia en aproximadamente la mitad de los mismos. En Orozko (Bizkaia) se colocaron lotes de tubos en 4 puntos y se han encontrado pelos de Lirón gris en dos lotes, uno en el valle de Arbaitza y otro en Sintzieta, cerca de Austegiarmin. Ya en el año 1991 se vieron dos ejemplares en Pagomakurra, municipio de Areatza, según escribimos en el artículo "Uso de cajas anidaderas por Lirones grises (Glis glis) y Ratones leonados (Apodemus flavicollis) en el norte de la Península Ibérica", publicado en el año 1995 en la revista Doñana, Acta Vertebrata, 22(1-2):120-124.
La trampa de pelo consiste en una sección de un tubo de plástico con un tira de papel adhesivo en su interior, donde pueden quedar pegados pelos de los animales que pasen por su interior. Una parte de los tubos se cebó con un preparado alimenticio y el resto no.
En esta fotografía, mi amigo José Antonio González Oreja instalando una trampa de pelo con un atornillador a batería en una vieja Haya (Fagus sylvatica) trasmocha, mientras yo aseguraba la escalera, junto a la pista que sube del aparcamiento de Belaustegi a Austegiarmin, municipio de Orozko (Bizkaia) el 21 de agosto de 2012. Tras dejar la trampa de pelo durante unas semanas sobre el tronco del árbol, se desatornilló, dejando una pequeño agujero en la corteza. Ya en el laboratorio se comprobó la presencia o no de pelos de Lirón gris.
Este es uno de los tubos recogidos en Sintzieta el 5 de octubre de 2012, con numerosos pelos de Lirón gris. El 25 de enero de 2013 coincidimos en el monte con mi amigo Jose Mari Olabarri, un pastor de Urigoiti de 77 años con gran capacidad de observación de la Naturaleza, una característica no tan común como podría pensarse entre la población rural, ya que la mayoría pasa toda su vida en contacto directo con la Naturaleza sin apenas prestar atención a lo que les rodea. A diferencia de otros pastores, Jose Mari Olabarri tiene explicaciones racionales para los sucesos más misteriosos y, en principio, inexplicables. Jose Mari ha aprendido de su propia observación que los lirones grises son los animales que "lloran como niños" en las noches del mes de agosto. El Lirón gris emite unos gritos que se parecen al llanto entrecortado de un bebé durante las persecuciones que realizan durante el cortejo. Los lirones grises a menudo se asientan en las cabañas de los pastores, donde roen los quesos que estos elaboran.
Aquí la tira adhesiva del tubo de la fotografía superior, una vez preparada para su análisis en el laboratorio de Neiker.
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