Gracias a nuestro amigo y compañero de trabajo Igor Aginako, Javier Villasante nos enseñó varios nidos y árboles-nido de una de las parejas de Picamaderos negro (Dryocopus martius) a las que sigue con detalle desde hace varios años en la parte alavesa del Parque Natural de Gorbeia. La imagen es de una zona de hayedo maduro del bosque de Altube, municipio de Urkabustaiz (Araba). En ella se ve la localización de 4 árboles-nidos de este pícido, ocupados en los últimos años por la misma pareja reproductora. Los árboles-nido están muy cerca entre sí y varios de ellos tienen dos e incluso tres nidos, aunque en la fotografía sólo se vea uno de ellos. La distancia entre los nidos 1 y 2 de la imagen es de 76 metros.
Arriba nido 1 y abajo el árbol-nido donde se encuentra.
En las fotografías es difícil de apreciar el tamaño de los árboles.
Arriba nido 2 y abajo el árbol-nido.
En todos los casos los nidos se encuentran en la mitad superior del tronco de los árboles, siempre sin ramas por debajo del agujero del nido y sin ramas en los primeros metros del fuste por encima del nido.
Arriba nido 3 y abajo el árbol-nido. El agujero inferior es de una pareja de Pito real (Picus viridis), que nidificó al año siguiente que lo hizo la pareja de Picamaderos negro en el agujero superior. Como bien nos hizo entender Javier Villasante, las parejas nidificantes del hayedo de Altube seleccionan para construir sus agujeros-nido hayas con unas características imposibles de encontrar en los hayedos de la parte vizcaína del Macizo de Gorbeia. El haya donde Igor Aginako encontró el primer nido de esta especie en el Gorbeia vizcaíno, que examinó en nuestra compañía Javier Villasante, no reúne las características que esta especie necesita, ya que tiene ramas cerca del agujero, tanto por debajo como justo por encima, facilitando los posibles intentos de depredación.
Arriba nido 4 y abajo el árbol-nido.
Los agujeros de los nidos de Picamaderos negro están bien rematados en sus bordes, como puede verse en estas fotografías. Fijándose en este detalle, Javier Villasante llegó a la conclusión de que ninguno de los dos agujeros del árbol de Orozko están terminados y que, por tanto, no han llegado a ser usados para nidificar.
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