En el período Cretácico, hace unos 100 millones de años, el territorio del País Vasco se encontraba cubierto por un mar cálido, tranquilo y poco profundo, lo que favoreció la proliferación de corales y moluscos bivalvos como las rudistas, que formaron agregaciones calcáreas. A medida que estos animales iban muriendo, sus caparazones y esqueletos duros comenzaron a acumularse en el fondo marino, originando grandes estratos de rocas calizas. Posteriormente, tuvo lugar una gran deposición de materiales de origen continental aportados a través de los ríos. Sales carbonatadas, arenas, limos y arcillas se depositaron sobre los estratos de caliza, dando lugar a otro tipo de formaciones rocosas como areniscas y margas calcáreas. Al finalizar el período Cretácico se produjo la Orogenia Alpina, cuando como consecuencia de la compresión de la placa ibérica contra la placa europea, se produjo el plegamiento y elevación de dichos materiales. Debido a este plegamiento, los materiales sedimentados bajo las aguas se encuentran a diferentes alturas. Desde entonces hasta la actualidad, la erosión y los procesos geomorfológicos han ido modelando el paisaje. En el Macizo de Gorbeia se han ido redondeado las cimas con areniscas, caso de los montes Gorbeia y Oderiaga, y se han karstificado las zonas donde han aflorado las calizas, caso del Macizo de Itzina o el monte Aldamin. En la fotografía, el Macizo de Itzina desde el monte Ipargorta, municipio de Orozko (Bizkaia).
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