El 13 de marzo de 1991, un estudiante de 4º de Historia de 29 años, Serafín Ruiz Selfa, dio noticia del hallazgo de pinturas prehistóricas en la cueva de Zubialde, municipio de Zigoitia (Álava), donde se habrían hallado una veintena de figuras animales pintadas hace unos 12.000 años, además de 13 improntas de manos, 36 dibujos simbólicos y 6 manchas informes. El Diputado de Hacienda de Álava y candidato del PNV a Diputado General en las elecciones que iban a celebrarse un par de meses más tarde, Alberto Ansola, lo calificó como “santuario rupestre” en una rueda de prensa conjunta con el afortunado estudiante, que recibió una recompensa de 12.500.000 pesetas. El Diputado de Cultura, José Ramón Peciña, dijo que se trataba del “mayor hallazgo prehistórico de la última década y el más importante del País Vasco” y que “el nombre de Álava, con esta noticia, dará la vuelta al mundo”. Tres reconocidos arqueólogos vascos, Jesús Altuna, Juan María Apellániz e Ignacio Barandiarán avalaron la autenticidad de las pinturas en un informe preliminar, en el que adelantaban que debieron ser pintadas hace unos 13.000 años, durante las fases media y superior del período Magdaleniense del Paleolítico Superior. 17 meses después de la gran noticia, el mismo equipo de expertos determinó que las pinturas eran falsas. Las pinturas eran recientes y se encontraron restos de fibras de estropajos de las marcas Scotchbrite y Vileda. La anatomía de los animales estaba representada de manera impropia y la piedra no mostraba fisuras o desprendimientos que confirmaran el paso del tiempo. Sin embargo, sólo 10 días después de la rueda de prensa en la que se anunció su descubrimiento, un artículo publicado en el semanario 'The European' por los arqueólogos Peter Ucko, profesor de la Universidad de Southampton, y Jill Cook, del Departamento de Prehistoria y Época Romana del British Museum ya concluía que eran falsas. Una fotografía publicada en los periódicos ingleses despertó su escepticismo. Para pronunciarse en público les bastaron una serie de fotos y unas declaraciones de Serafín Ruiz. Los expertos británicos denunciaron la presencia de elementos extraños, desconocidos en otras pinturas rupestres, perspectivas insólitas en la representación de algunos animales y la mera representación de otros a los que se suponía extinguidos para la época a la que se atribuían las pinturas de Zubialde, como los rinocerontes lanudos y los mamuts. El laboratorio de imagen de la Ertzaintza investigó las fotografías que el descubridor de la cueva había presentado al anunciar el hallazgo y descubrió que las diapositivas habían sido retocadas burdamente con rotulador.
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