Recientemente, un amigo me guió en una visita a las ruinas de una de las ferrerías que hubo en Orozko y me contó que sus trabajadores hicieron una huelga en protesta porque les daban de comer salmón más veces de las que les gustaría. Inmediatamente, recordé que lo mismo había oído en Sestao cuando era joven: que en la empresa siderúrgica Altos Hornos de Vizcaya habían hecho huelga por incluirles salmón en el menú demasiado a menudo. En Sestao llegué a oír que un historiador lo había escrito y que esa fue la primera huelga que hicieron los obreros de Altos Hornos.
En el apartado "El mito de la abundancia" del libro Atlas de los ríos salmoneros de la Península Ibérica, en las páginas 29 y 30, se puede leer: "Son numerosos los artículos que hablan, por ejemplo, de condiciones en los contratos laborales y hasta de revueltas de obreros que exigen que, como máximo, se les de salmón tres días por semana, debido a lo indigesto que resulta...todas estas noticias no dejan de ser leyendas sin base alguna...nada objetivo nos permite pensar que las cosas fueran así. La realidad es que mitos del estilo se encuentran también en muchas, por no decir todas, las cuencas salmoneras de Francia, Inglaterra o Escocia. En cada caso cambian los actores: criados, mineros, ferroviarios...El hecho de que el salmón fue antaño más abundante que ahora es indudable, pero los citados historiadores cuestionan que fuera tan abundante y, mucho menos, tan asequible como para ofrecerlo de rancho a clases poco agraciadas. El salmón era un producto nada barato y muy apreciado por las clases adineradas, nobleza o incluso por la corte, como lo prueban los pleitos sobre derechos de pesca o las duras sanciones a los furtivos. Por último, y lo que es más importante, los historiadores no han encontrado ningún original de estos documentos que probarían la abundancia de la que tanto se habla." En la fotografía, un macho de Salmón cautivo que formaba parte de la población reproductora de un centro de cría.
Tras preguntarle al historiador Alberto Santana al respecto, esta es su respuesta: "Es un tema muy bonito el de los salmones del Nervión. Alguna vez me he interesado por él, y te cuento muy resumido lo que sé. Primero, como sabes de sobra, los salmones se pescan felizmente en los ríos vascos desde la Prehistoria. Recuerda que hay grabados de salmónidos de 13.000 años en la cueva de Altxerri, a la orilla del Oria. Segundo, se han pescado comercialmente hasta principios del siglo XX, con las artes que puedes ver en las fotos labortanas que te adjunto y que fueron utilizadas en todas nuestras rías. Nada que ver con el pescador deportivo. Aunque en Bizkaia las capturas no eran muy abundantes y, al menos desde 1916, tengo documentadas las repoblaciones de trucha y salmón en las cuencas de Ibaizabal y Nervión a instancias de las sociedades de pesca fluvial y a partir de criaderos locales y suelta de alevines propios, controlados por el Cuerpo de Miñones. Ya desde 1932 se equipó a los guardas forestales con ejemplares de "Trucha y Salmón. Su pesca y deporte" de Agustín de Castro Martín, que era de lectura obligada para la plaza. Yo creo que la huelga de comedores de AHV es una leyenda apócrifa. Mi sospecha es que en el Ibaizabal-Nervión a principios del siglo XX -AHV se fundó en 1902- no había una captura de salmones tan abundante como para garantizar la alimentación de la plantilla de trabajadores ni una sola semana. Tengo la certeza, extensamente documentada, de que desde el siglo XVI el mercado bilbaino importa y redistribuye cientos de barricas de salmón salado procedentes de Escocia y Escandinavia, que llegan a San Antón a bordo de barcos flamencos, daneses y británicos, lo que me hace pensar que las capturas locales eran ya insuficientes para alimentar a la pequeña población preindustrial. Por otra parte, el salmón, que había sido un pescado poco apreciado por el consumidor de la Europa meridional hasta el siglo XIX, empezó a figurar en los menús de élite a partir del período napoleónico y se restringió aún más su acceso a las mesas populares. Todo esto -la insuficiencia endémica de las capturas y su recalificación como alimento elitista- me lleva a pensar que esas leyendas que he oído alguna vez sobre las huelgas obreras motivadas por el exceso de salmón en su alimentación no sean más que eso, hermosas leyendas."
También le he preguntado a David Álvarez, doctor en biología, que realizó su tesis doctoral sobre la biología de la trucha, y esto me respondió: "en el caso de Asturias se hablaba de huelgas de mineros en la cuenca del Nalón, hartos de comer salmón, pero finalmente parece que todo son leyendas urbanas. De hecho, el salmón en esa época era un artículo de lujo, propiedad de la nobleza y el clero y que se regalaba como un presente en ocasiones especiales, y de eso sí hay documentación. Eso no encaja con que se dieran salmones de rancho a los mineros. Por otra parte, esas leyendas, exactamente iguales, se dan en sitios tan distantes como Estados Unidos, Escocia o Noruega, lo que no encaja mucho con que sea algo real, sino más bien un mito que fue pasando boca a boca; ninguna población de salmones hubiera aguantado una presión así. Todavía hace poco leí algo en un libro sobre salmones y decían eso, que en todas las cuencas aparecía el mismo mito, pero que no era real." En la fotografía, salmones recién eclosionados en un centro de cría.
También pregunté a mi amigo Álvaro Antón, doctor en biología, que realizó su tesis doctoral sobre los peces fluviales de Bizkaia, y me dijo que "es una historia muy difundida a lo largo de toda la cornisa Cantábrica; se cuenta en diferentes zonas de Asturias, Cantabria y Galicia, e incluso con diferentes protagonistas. En su momento buscamos la forma de confirmar estas aseveraciones para confirmar su origen, pero, tal y como se dice en el Atlas de los ríos salmoneros de la Península Ibérica, su ausencia hace pensar que se trata de leyendas". En la fotografía, tres esguines o "pintos" de Salmón. En conclusión, no hay ninguna prueba de que nadie haya hecho huelga porque le pusieran mucho salmón en el menú de fábricas, minas ni ferrerías. También he oído que en el pasado eran tan abundantes las anchoas y las angulas que las primeras se usaban para abonar la huerta y las segundas como alimento para gallinas. A falta de pruebas, parecen leyendas que nada tienen que ver con la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario